domingo, 7 de abril de 2013

Finalmente es sólo escribir


Suelo ser una persona enrollada, de esas que jamás pudo ayudarle a la abuelita con el ovillo de lana. Todo lo convierto en una maraña de intrincadas redes subterráneas conectadas unas con otras y algunas con ninguna. 
En mis sucesivos y vanos intentos de entregarle una estructura a mi mundo me he percatado que lo desarmé por completo, ahora lo miro y no recuerdo por donde empecé o terminé. Observo mis manos y mi habitación percatándome de la gran cantidad de piezas sobrantes esparcidas sin un orden lógico, no seleccionadas en categorías de tamaño, color o forma, y mejor ni hablar de texturas; perdí el manual y armé el mundo como pude. De cierta forma es una innovación para con Dios, pues el reloj funciona igual, aunque carece de precisión exacta pues se adelanta o se atrasa, pero mi reloj siempre llega a la hora, lo sé porque lo he observado.
De tanto armar y des- armar (amar y odiar) (amar y dejar de amar, pero sin odiar), perdí el sentido de todo esto. Le faltan piezas, ya no existen esas tristezas ennoblecedoras, esas batallas épicas, esas canciones que estremecen el alma, sólo existen esas pequeñas y diminutas cotideaneidades que permiten ser engranaje de la vida de los simples mortales. Esos importantes engranajes como la hazaña de hacer durar la bencina toda la semana, de ver a los chicos sin que se maten mientras se cocina, o la simple lucha de tener una vida normal intentando vivirla de forma extraordinaria, o alguien puede dudar del que inmenso regocijo entregado por el triunfo sobre el semáforo matutino. Las pequeñas batallas alimentan a los mortales y les permiten implorar por los inmortales para mantenerlos vivos.
La vida se enreda, yo la enredo creando redes y marañas, dejando el blog por no tener epopeyas para contar cuando la esencia y el engranaje principal de esto es sólo escribir y no tiene más sentido que ese.