viernes, 22 de abril de 2011

El verano del 2000


Me pesan los recuerdos como el morral de milico que llevaba en aquellos años al liceo, debe ser el peso que les va dando la nostalgia, aquel interés que cobra el paso del tiempo, interés aplicado sobre los recuerdos de vidas distantes.

A veces me recuerdo hermano aquel verano distante, ¿te recuerdas?, el calor del concreto de nuestro pasaje. El calor de estar creciendo y conociendo cosas nuevas. La compra de los morrales en el Biobio, los bototos con los jeans ajustados, polera de los Fiskales y de ataque 77. Conocíamos un par de ska`s por esos tiempos y un poco de reggae. También recuerdas cuanto leímos a Benedetti ese o esos veranos, tu seguías a una compañera de liceo y yo no recuerdo a quién, pero sufríamos.

Nos sentábamos afuera de tu casa, en ese lugar donde un día vimos volar una cosa roja extraña que luego te mojo completo, era una bomba de agua que tiro el Bruno.

Es como si fuera ayer, pasar del calor del antejardín al frío de tu living. Prendíamos unos cigarros que tenían un sabor único. Creo a ciencia cierta que nunca volveremos a sentir ese gusto al tabaco barato, esos cigarros fueron los más fuertes que fumaremos en nuestras vidas. Debe ser la culpa o la novedad, pero todo era mucho más intenso que hoy, la música en tu equipo con cassette y los pocos cds que teníamos, le subíamos el volumen hasta el 15 pa que los vecinos no se quejaran . Para pasar el calor, a veces una cerveza a 450, la dorada que era muy mala tanto como ahora, con la diferencia que ahora tenemos más plata y ya no tomaríamos dorada.

Como pesan esos recuerdos. Las miles de horas de jugar play para pasar el calor, no sé porque me recordé tanto del calor. Siento que era aplastante, o tal vez era la wea más preocupante de ese momento, el como pasar el calor, porque no existían estas preocupaciones de ahora de intentar llegar a fin de mes, del sindicato, de los bonos y todas esas cosas sólo había que intentar pasar el calor y buscar alguna tocata y las monedas para ir.

Nos jurábamos punkies y lo fuimos de corazón, aún lo somos, aún nos sentimos dichosos cuando recordamos esos himnos de juventud. Escuchar 2 minutos me recuerda a todo eso, Flema y ataque 77, o los Fiskales. Vivimos tantas travesías, mi madre jamás las imaginaría y extrañamente yo no permitiría a mis hijos vivir aquellos desafíos. Uno de los mejores fue lavar mi polera en el baño del Panguipulli, le había saltado vino tinto de una caja que entramos fondeada porque el copete adentro era más caro. Tomé la polera y le eché un jabón rancio encima, tuve que andar sin polera un rato, pero era una tokata así que daba lo mismo. Después arrastramos al Juan hasta tu casa, no supimos más de Él, le debe haber dado vergüenza amanecer todo meado de lo inconsciente que estaba.

Crecimos hermano y después todo se complicó más. Te fuiste al servicio y yo me fui a la u y después al servicio también. Nunca ha hecho tanto calor como en aquel tiempo, o nunca volví a sentir ese calor, deben haber sido nuestros huesos que crecían como los pelillos de los bigotes. A la distancia tomémonos una dorada en honor al verano del 2000.