domingo, 24 de agosto de 2008


Con desesperación te acercas a mi cuerpo desnudo, me abrazas con una furia loca y lanzas sin más vueltas tu pregunta, ¿me amas?, y antes de poder responder algo sigues diciendo, ¡no me abandones nunca!.

Creo que en esta soledad de tarde lluviosa de domingo, puedo explicar todo lo que siento por ti, al son de día sagrado. Te amo así, desesperada niña, te amo cuando lloras por no estar contigo, te amo cuando llego y pides a gritos que te abrace y te bese, te amo cuando en tus caricias por mi cuerpo veo el horror de no poder dármelas mañana, te amo por ser yo quien te protege de la muerte mientras nos mira desde el rincón machucado de tu pasado inconcluso.

Lo sabes y te duele poder olvidarlo.