lunes, 7 de julio de 2014

Siento la no tan extraña sensación de estarme pudriendo por dentro, una especie de septicemia. Antes,hace años atrás pensé, estableciendo casi como verdad indudable, en el fin de esta incomodidad constante, creí firmemente en la desaparición de estos impulsos a la llegada del amor y la formación de mi familia, pero al parecer no ha sido así.

Ha vuelto el insomnio y la incomodidad, las preguntas fatalistas, las tentativas de ver a la vida como un sin sentido. Me siento apresado, hinchado, enfermo, aunque ¿de qué?.

Debo confesar que cada cierto tiempo suelo volver a leer este lugar, este rincón oculto de mi vida externa, acá donde no me importa hablar sin tapujos sobre las cosas prohibidas en mi mundo actual. Esta noche he vuelto a releer aquellas etiquetas de verano y he sentido algo de alivio a mi enfermedad actual.

Si despierto en la noche, es por esto, es mi adicción, es mi droga favorita, aunque sea barata y poco pura, no tenga los versos de Neruda ni la prosa de los rusos ni de Lemebel. Si me sigo conteniendo moriré envenenado en mi propio pensamiento, asesinado por mi mismo, ¿será eso un suicidio?. En el fondo el remedio o el problema de todo esto, es mi imperiosa necesidad de escribir, de contar que gran parte del  mundo es una mierda, pero existen espacios bellos sobreviviendo fuera de facebook y las cámaras de los celulares.

Sólo debo hacerlo, debo volver a revivir con más frecuencia este rincón secreto, donde desatar mis odios y mis pocos amores. Es eso o ¿prefieren verme morir por septicemia?