viernes, 10 de agosto de 2012

Piromanía


De niño me gustaba quemar cosas por el sólo hecho de verlas arder. Tengo el recuerdo lejano de un trabajo de tecnología en mis tiempos de escuela, me esmeré mucho en poder construirlo, era un molino a escala. Lo de la escala era en el más amplio sentido, ya saben tanto en las dimensiones con respecto a las medidas y las dimensiones con respecto a cuanto se parecía realmente a un molino de esas fotitos de Holanda o los enemigos del Quijote. Un día X, de varios años atrás, encontré el molino el algún rincón de mi casa paterna y sin pensarlo más lo llevé hasta el patio, luego fui a la cocina por los fósforos. Obviamente no hay que ser experto en criminalística para obtener la conclusión sobre el desenlace del pobre molino. A mi parecer fue una muerte bastante digna para el pobre engendro.

Así he seguido por la vida, arruinando cosas por el sólo gusto de ver como las cenizas se las lleva el viento. Es curioso pasar por la vida de esa forma, pues cuando la materia ya no puede volver a ese estado donde yo la queme hasta los próximos quinientos años o más, me baja cierta nostalgia por el objeto destruido, tal síndrome de cocodrilo después de comerse al pollito. 

Todo lo anterior podría explicar las desventuras de la semana pasada. Tenía un fósforo en la mano y tu podías ser el molino, pero con personas es distinto y cuando prendiste en fuego comenzaste a llorar y note como mi juego no era seguido por ti. Sin duda no sabes jugar, eres demasiado racional como para quemar molinos, aunque sean de escala imaginaria. Lo confieso, me dio miedo y escondí la mano que lanzó el fósforo, corrí desesperado a esconderme en tus faldas y ahí encontré una solución práctica. Yo no quiero quemarte por el gusto estúpido e infantil de observar como se destruyen las cosas, resulta más práctico provocar un poco de fricción cada cierto tiempo para que terminemos moliendo grano en nuestra cama, y sin fósforos u acelerantes y con sólo tu mirada desde abajo, prendemos fuego igual y los sonidos se los lleva el viento.