Puede ser que exista una realidad, o miles de realidades que juegan en una más grande, o simplemente una con dos caras. Desde donde yo estaba parecía una sola y tu mirabas el sol cuando te vi por primera vez, te advertí que no lo hicieras, que el sol te podía dar calor, pero a la vez dejar ciega, bajaste la mirada hacia donde me encontraba y nos acercamos, tu dijiste que bueno que yo había salido de lo oscuro para poder verme mejor. Dimos un paseo por la ciudad, pasando de la sombra al sol y viceversa, la recorrimos e hicimos nuestra, reconstruyendo cada uno de sus rincones dejando siempre un tono de inocencia y otro de madurez. Sellamos todo con una sonrisa y algún beso tímido y nervioso, entre calor y sombra. Pasó una semana o un mes, tal vez sólo fueron horas hasta que cansados nos sentamos y nos dejamos estar por el sueño. Al despertar tu mirabas el sol, y yo estaba en la sombra, te grité nuevamente, pero no me oíste y quedaste ciega y yo no me moví de la sombra por varios meses.
Desde donde tu viste, no viste nada porque ya estabas ciega,antes de yo poder gritar y en realidad, si es que esta era la realidad, yo jamás pude gritar porque era mudo y sólo fuimos un pensamiento del mismo sol que te cegó.
Desde donde vio el sol, ni se fijó en estos dos mortales que se encontraron de casualidad, menos a mi que estaba en la sombra.
Podría seguir así todo el día, y en realidad nunca llegaremos a tener la verdad o mejor dicho la realidad de lo que nos paso.