Miradas

Entramos con unos amigos por completa casualidad a aquel local, buscando algo de diversión y una buena comida. La tarde era fría y mis días también, nada anunciaba un cambio. Le ofrezco la carta?, me dijo, y quedé con una extraña sensación. Pasó toda la comida en un intercambio de miradas desde ambos sentidos, debimos hablar algo más que las propinas. Finalmente le pedí la cuenta y le deje propina, no fui capaz de decirle algo mejor que gracias y ella me devolvió una sonrisa amable. Jamás sabré nada de ella, pero de seguro la soñaré por unos meses.