miércoles, 30 de julio de 2008

Cuando todos duermen


La ciudad respiraba lentamente el frío de la noche, ellos aspiraban el humo de un pito observando a la ciudad descansar desde un sillón a la orilla de un gran ventanal. Los autos corrían afuera intentando guarecerse del frío nocturno, en aquel sillón corrían también las caricias guarecidas en un cobertor para ocultarse de la fría mirada de los inquisidores morales. Ante el pudor de sentirse observados, y con un poco de esfuerzo de sus placeres, empañaron el gran ventanal para evitar ser descubiertos, enmudecieron el silencio con palabras no profesadas para el rosario de las ocho y procuraron ocupar sólo la luz que producía tanta energía desatada. Para que seguir describiendo lo siguiente, sólo basta con decir que ni beethoven ni mozart ni chopin escribieron tan deliciosa melodía, conjugando gemidos, ruidos de muebles y colchas complices de esta acción. De un momento a otro llega el silencio, la calma desesperada y se abrazaron, ella mencionó las palabras mágicas y él dejo de llorar. Cuando ella se durmió él la miró en el más absoluto silencio y oscuridad, mientras una ambulancia recorría algún punto olvidado de la ciudad, y sí ahí estaba, ya no era mujer, era la niña con la cual había jugado en la tarde, ella dormía siendo la niña mañosa e incorrecta que llevaba dentro de su corazón.

3 comentarios:

Abeja dijo...

pasan tantas cosas cuando la ciudad duerme... que en realidad no esta dormida, esta mirando...

Alexandra dijo...

de nuevo a las andadas... estava ausente y desaparecida pero ya regrese simplemente este espacio me gusta leerlo... me gusta lo que leo.. Cuando gustes puedes visitar el mio... Esa foto, donde es?

(andrea) dijo...

increible forma de describir una escena tan cotidiana como excepcional... escribiste lo que yo llamo una historia de asfalto.
Espero que ella nunca deje de ser esa niña, espero que él nunca deje de encontra a esa niña.

Un beso grande!